Lo siento si da risa

EN SERIO, sin el menor deseo de blasfemar: ¿quién, que sepa su verdadera historia, va a respetar a la Iglesia como ella exige, y por lo que cobra? Desde Constantino, el verdadero fundador del cristianismo, a pesar de no ser cristiano. (Hijo de una concubina de Constancio Cloro que fue canonizada, no sin antes descubrir ¡la Cruz del Salvador!) Harto de dimes y diretes, a raíz de su victoria sobre Majencio con la cruz y el In hoc signo vincis (malo para una religión: nacer por haber matado más que el enemigo) convoca el concilio de Nicea, en el 315, que inventó el filioque: tres Dioses y un Dios solo. Y llega a Rómulo Augústulo, del que dios se harta y deja ganar al destronador Odoacro: escandinavo, liberal hasta en el sexo, que hacía también con hombres y asnos... Todo es la continuidad de un puro invento. Desde el título de los emperadores: Isapóstoles -iguales a ellos-, la desmesura: algo disparatado en ceremonias y dogmas para que, a su Jesús, por increíble se le acepte mejor. Y a ojos ciegas: «La religión es un cúmulo de dogmas que han de creerse de rodillas». Qué le vamos a hacer.